Deuteronomio
Silla baja josé álvarez de paz
¿Puede un agnóstico leer la Biblia? No si el lector es Zapatero y el texto es del Deuteronomio, dicen algunos, porque ese libro está en las antípodas de cuanto aquel representa. Si los de la caverna mediática hubieran leído el Pentateuco sabrían que es un relato multicomprensivo, con regulaciones que incluyen un programa económico y social más radical que lo que entendemos hoy por socialdemocracia.
Dice el Libro, cito de memoria, que hubo un tiempo y lugar donde una oligarquía insaciable disfrutaba los años de vacas gordas y decidió ampliar las ciudades granero de Pitón y Ramsés, a base de contratos basura para inmigrantes y salarios de subsistencia. Su líder Moisés, un radical sin papeles que había llegado en patera, aleccionado por Yaveh se negó a negociar mejoras salariales importantes y se adentró con su pueblo en el desierto hacia una tierra nueva donde la explotación del hombre por el hombre no fuera posible ni tampoco la acumulación de las riquezas en pocas manos, porque no existiría la propiedad privada de los medios de producción. Cada familia dispondrá de igual cantidad de recursos que sólo se pueden hipotecar, no vender a perpetuidad. No hay banca porque no se puede cobrar interés por un préstamo entre colonos. Cada cuarenta años habrá un año de alegría compartida, año jubilar, porque las tierras vuelven a sus primitivos cultivadores, gente preparada y ligera de equipaje que cada siete años había tenido uno de descanso, año sabático consagrado a la cultura y a departir amigablemente con el vecino a la sombra de la higuera familiar, sin temor a los tiburones de las agencias privadas de calificación de riesgos. Todo un programa posicionado en las antípodas de las estructuras económicas y financieras del capitalismo, no del socialismo.
Sobra pues el escándalo farisaico en este caso y también el exceso de llamar casposo al presidente del gobierno de España. Negar a un agnóstico el derecho a leer la Biblia es tanto como oponerse al diálogo intercultural y al acercamiento entre creyentes y no creyentes. A eso que tanto les incomoda, la alianza de civilizaciones. Da igual que lo diga un judío ortodoxo segregacionista o un integrista católico poco leído.