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'La raspa del celacanto' - Luis Cerezales


Bierzodiario.com
Luis Cerezales se aplica un 'lifting' mental con su visión mágica del BierzoImprimirCorreo electrónico
Viernes 25 de Octubre de 2013 19:10
Numeroso público asistió este viernes a la presentación del libro de Luis Cerezales / Foto BierzoDiario.comNumeroso público asistió este viernes a la presentación del libro de Luis Cerezales / Foto BierzoDiario.comEl polifacético autor berciano Luis Cerezales ha presentado este viernes en el hotel Ponferrada Plaza su novela La raspa del celacanto, primera de una proyectada trilogía con la que el autor ajusta cuentas consigo mismo a través de una especie de "lifting mental".
La raspa... es una historia mágica del Bierzo en la que Luis Cerezales (Ocero, 1949) conjuga una prosa rica, a veces preciosista, con una imaginación desbordante que toma a la comarca como un territorio mítico y como un universo literario en el que el tiempo pasado, presente y futuro se confunden para que el autor plasme su visión personal del fenómeno mágico y literario del Bierzo. El autor confiesa que la presentada hoy es solo, y nada menos, que la primera entrega de un "lifting mental" con su visión mágica del Bierzo, cuya segunda parte podría estar concluida el próximo año.

La novela como punto iniciático y excusa literaria toma como base la visita de los primeros romanos que hollaron el Bierzo y que, según Cerezales, "vinieron buscando tejos y encontraron oro", todo ello bajo el símbolo mítico y casi místico del celacanto, un pez lobulado que se creía extinguido y que fue redescubierto, como un fósil viviente, a mediados del siglo pasado. El celacanto se configura como la conexión que el autor establece entre el actual territorio berciano y lo que en tiempos geológicos fue un territorio anegado por las aguas del mar.


Sin embargo, bajo la cuidada narración pululan numerosos relatos y valores subyacentes, y entre todos ellos destaca el profundo compromiso del autor con la tierra de sus sueños y sus desvelos: "Nada de este relato mágico podría haberse escrito sin un amor intenso por la tierra, protagonista central y extraordinaria de cada página. Pero tampoco sin la vasta cultura literaria del autor, cuyo caudal rumoroso se ausculta bajo la piel de estas hojas", recalca acertadamente Jaime Olmedo en su glosa de la novela.
La presentación pública de la novela, conducida por el periodista Paco Labarga, se celebró en el Hotel Ponferrada Plaza, con la presencia del propio autor —arropado por una pléyade de amigos de un amplio espectro social, cultural y político, y numeroso público— así como del editor Juan Manuel Martínez Valdueza, y contó con la actuación musical de la coral Solera Berciana. La portada de La raspa del celacanto, un volumen de 260 páginas, ha sido diseñada por uno de esos amigos, el pintor cacabelense José Sánchez Carralero, presente también en el acto.
El acto contó con la actuación de la coral Solera Berciana / Foto BierzoDiario.comEl acto contó con la actuación de la coral Solera Berciana / Foto BierzoDiario.com
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Leonoticias.com
'La raspa del celacanto'
El autor berciano Luis Cerezales ahonda en la historia mágica del Bierzo en su nuevo libro, la primera entrega de una trilogía sobre el origen de la comarca

elbierzonoticias.com       25/10/2013


Luis Cerezales con su libro, "La raspa del celacanto"
Luis Cerezales con su libro, "La raspa del celacanto"
El polifacético autor berciano Luis 
El polifacético autor berciano Luis Cerezales presentó hoy en Ponferrada su novela‘La raspa del celacanto’, una historia mágica del Bierzo en la que conjuga una prosa rica, a veces preciosista, con una imaginación desbordante que toma a la comarca como un territorio mítico y como un universo literario en el que el tiempo pasado, presente y futuro se confunden para que el autor plasme su visión personal del fenómeno mágico y literario del Bierzo.

Según Cerezales, esta novela es un “lifting mental” en forma de trilogía, de la que este libro es la primera entrega, y cuya segunda entrega podría estar concluida el próximo año. Así, ‘La raspa del celacanto' toma como punto iniciático y excusa literaria la visita de los primeros romanos que hallaron el Bierzo y que, según Cerezales, “vinieron buscando tejos y encontraron oro”.


Todo ello bajo el símbolo mítico y casi místico del celacanto, un pez lobulado que se creía extinguido y que fue redescubierto, como un fósil viviente, a mediados del siglo pasado. El celacanto se configura como la conexión que el autor establece entre el actual territorio berciano y lo que en tiempos geológicos fue un territorio anegado por las aguas del mar.


Sin embargo, bajo la cuidada narración pululan numerosos relatos y valoresbsubyacentes, y entre todos ellos destaca el profundo compromiso del autor con la tierra de sus sueños y sus desvelos. “Nada de este relato mágico podría haberse escrito sin un amor intenso por la tierra, protagonista central y extraordinaria de cada página. Pero tampoco sin la vasta cultura literaria del autor, cuyo caudal rumoroso se ausculta bajo la piel de estas hojas”, recalca Jaime Olmedo en su glosa de la novela.


La presentación tiene lugar en el Hotel Ponferrada Plaza, con la presencia del propio autor, así como del editor Juan Manuel Martínez Valdueza, y la actuación musical de la coral Solera Berciana. Se trata de un volumen de 260 páginas cuya portada ha sido realizada por el pintor berciano José Sánchez Carralero, amigo del autor, y que se venderá en las librerías de la comarca y de la provincia.
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BIERZOTV.com




Luis Cerezales presenta una historia mágica del Bierzo “La raspa del celacanto”


Luis Cerezales
Luis Cerezales autor de La raspa del celacanto
El polifacético autor berciano Luis Cerezales  ha presentado hoy ante la prensa su novela ‘La raspa del celacanto’, una historia mágica del Bierzo en la que conjuga una prosa rica, a veces preciosista, con una imaginación desbordante que toma a la comarca como un territorio mítico y como un universo literario en el que el tiempo pasado, presente y futuro se confunden para que el autor plasme su visión personal del fenómeno mágico y literario del Bierzo.
Según Cerezales, esta novela es un “lifting mental” en forma de trilogía, de la que ‘La raspa del celacanto’ es sólo, y nada menos que la primera entrega, y cuya segunda entrega podría estar concluida el próximo año, según manifestó el autor.
‘La raspa del celacanto’ toma como punto iniciático y excusa literaria la visita de los primeros romanos que hollaron el Bierzo y que, según Cerezales, “vinieron buscando tejos y encontraron oro”, todo ello bajo el símbolo mítico y casi místico del celacanto, un pez lobulado que se creía extinguido y que fue redescubierto, como un fósil viviente, a mediados del siglo pasado. El celacanto se configura como la conexión que el autor establece entre el actual territorio berciano y lo que en tiempos geológicos fue un territorio anegado por las aguas del mar.
Sin embargo, bajo la cuidada narración pululan numerosos relatos y valores subyacentes, y entre todos ellos destaca el profundo compromiso del autor con la tierra de sus sueños y sus desvelos: “Nada de este relato mágico podría haberse escrito sin un amor intenso por la tierra, protagonista central y extraordinaria de cada página. Pero tampoco sin la vasta cultura literaria del autor, cuyo caudal rumoroso se ausculta bajo la piel de estas hojas”, recalca acertadamente Jaime Olmedo en su glosa de la novela.
Tras la presentación a los medios de comunicación, la presentación pública de la novela ‘La raspa del celacanto’ se celebra esta tarde a las 20 horas en el Hotel Ponferrada Plaza, con la presencia del propio autor, así como del editor Juan Manuel Martínez Valdueza, y la actuación musical de la coral Solera Berciana. Se trata de un volumen de 260 páginas cuya portada ha sido realizada por el pintor berciano José Sánchez Carralero, amigo del autor, y que se venderá en las librerías de la comarca y de la provincia.
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[ADELANTO] 'El cantón mágico', primer capítulo de 'La raspa del celacanto'ImprimirCorreo electrónico
Jueves 24 de Octubre de 2013 12:59
Luis Cerezales presenta su primera novela en Ponferrada / Foto BierzoDiario.comLuis Cerezales presenta su primera novela en Ponferrada / Foto BierzoDiario.comBierzoDiario ofrece a sus lectores en primicia el primer capítulo de la novela de Luis Cerezales (Ocero, 1949) La raspa del celacanto, que se presenta este viernes a las ocho de la tarde en el hotel Ponferrada Plaza.
I. EL CANTÓN MÁGICO
Cuando llegaron los romanos, el sueño virginal que se remontaba hasta los días de la creación concluyó súbitamente. El Cantón era un país ignoto y lleno de rarezas anidado en el cuenco de un caprichoso redondel de altas montañas, donde el agua no embalsaba ni parecía tener salida alguna. Ese solar de apenas seis leguas a la traviesa, sobrado de diversidades y huérfano de las cosas más corrientes, hubo de esperar a esa llegada para que lo llamaran debidamente ya que al no tener un nombre propio lo hacían con genéricos.
Lo descubrieron desde las cumbres contemplándolo de una sola mirada, y en esa primera panorámica de las tierras cóncavas no percibieron el mar ausente que los cataclismos de la formación del mundo habían vaciado en un despiste irremediable. Jamás había sido postal de otros ojos y a los invasores que lo ignoraban solo les pareció una novedad más, hasta que un brutal rebote replicó a su osadía y les avisó de que allí... pocas bromas.
No se habían dejado caer por aquellas soledades para arrugarse, estaban para entrar y no se rajaron. Ante el insólito reto, estimularon sus arrestos remolones en la prepotencia de saberse peones del mayor poder terrenal y resueltos, como acostumbran los que van armados, violaron el territorio inmaculado sin reparar en los estropicios y sin culparse por la afrenta.
Ninguna profecía alertó del espantoso trauma y el mito se precipitó a la historia moliente. Al cabo era comprensible que un lugar con tantas carencias no tuviera sus propias adivinaciones, mas la lección que enseña que las voluntades humanas pueden alterar los designios se aprendió para los restos.
Apenas hay referencias anteriores a la legendaria convulsión, si acaso vagas suposiciones sobre un ensueño perdido en los confines del misterio. Tal vez no sean más que delirios de desventurados; ya se sabe que la felicidad es inescrutable para los que padecen, y a estos les motiva lastimarse imaginando dichas perdidas. Lo cierto es que aquel infausto día alguna pieza díscola enloqueció trucando los engranajes del destino; una avería fortuita que arrolló la ventura y dejó que los pasos del devenir los marcaran unas tercas sandalias legionarias.
Nunca había ido nadie. Los viajeros esquivaban esas tierras aterrados por el pavor que infundían sus truculentas leyendas. Prevención que, al decir de sus naturales, eran simples fobias de extranjeros empeñados en tildarlos de malditos; todo porque les resultaba execrable su avenencia con los fenómenos sobrenaturales e impropio del linaje humano amancebarse con el bestiario autóctono de fertilidad demoníaca.
Los romanos eran exploradores que venían del otro lado del secarral buscando tejos. Llegaron tras una épica travesía sin que los moviera la disciplina, virtud poco observada en ese cuerpo, ni tampoco la fama, que siempre se la apropiaban los jerarcas. Lo hicieron conminados por una orden que les dio a elegir entre el inquietante enclave o un cepo de por vida; y la luz del instinto resolvió colocarlos ante el remoto escondrijo al que solo se podía entrar bajando.
Sobrecogidos por el tremebundo recibimiento pero rehenes de la llamada del misterio, los allanadores entraron y obraron un país de estreno. De su lejana estancia quedan mil restos enterrados, muchos nombres de personas, alguna afición pagana y una pitanza rotunda; pero, sobre todo, sigue latente el ansia domeñada por lavar con los ríos las montañas y retoñar el grito atávico de...¡¡oro, oro, oro..!!
Mirar desde la sierra redonda era vislumbrar una llanura rota en bancales gigantes encintada por un frunce de colinas menores a modo de gorguera; pero eso era ver solo lo que se veía. Hasta trece ríos tributarios del que moría sin verter el caudal dibujaban meandros traviesos entre una flora ajena a los medios salinos, lo que impedía descubrir que aquello antes había sido un efímero lecho marino sin tiempo de criar arrecifes de coral ni ocultar tesoros sumergidos.
En las inmediaciones del Cantón, observando el cuenco del mar perdido, los romanos no podían imaginar que las aguas escurridas en la mítica incautación habían tenido su propio régimen de mareas. Un secado funesto que privaría al futuro del faenar de los pesqueros artesanales, entre el tráfago de la flota de cabotaje, las estelas de los ferris y las maniobras de la marina. Una marina modesta, como la boliviana, sin enemigos a los que hundir pero con un dragaminas y dos cañoneras con torpedos para hacerse respetar.
Es fácil negar lo que existió si faltan huellas palpables. La profusión de achaques reumáticos y un raro síndrome de labios salitrosos evocaban la esencia marina, pero no la probaban, aunque nadie en su sano juicio esperaría confirmarlo con una procesión de la Virgen del Carmen, de esas a las que acuden en sus planeadoras los contrabandistas devotos a prender billetes de quinientos en el mantón de la patrona marinera. Sin embargo, no se puede afirmar que las aguas salobres no volverán algún día a inundar los dominios que le pertenecen.
Ese dilema arcaico entre lo líquido y lo concreto explicaría por qué ningún poder jamás se estableció allí. Tal vez, no sabían qué hacer con un sitio tan extraño: si lo declaraban demarcación oceánica, resultaba un tanto así destacar a un comodoro, con autoridad y prurito naval, a un destino sin arsenal y sin un mal navío para celebrar las paradas, y si constituían una gobernación terrestre y civil temían que, en un ámbito tan resbaladizo, brotara la insurgencia vindicando un estado independiente.
A los naturales les aliviaba el desinterés de la autoridad foránea que los libraba de sus raleas y rituales, pero también rechazaban tener sus propios dignatarios para evitar que algún mozo apetente de caudillaje les amargara la existencia. Así, resultó menguada la nómina de notables que la gran poza arrebatada a las aguas aportó a la notoriedad, una merma desnutrida por el aislamiento y la resignación.
Sin palacio vicario ni regimiento acuartelado, sin obispalía ni audiencia, tenían difícil dedicarse a esos oficios de medro seguro que requieren de un corazón duro que solo se logra pisando en blando. Y no es que a algunos no les llamara encausar desgraciados, deslomar patriotas o calcinar apóstatas, que de todo habría, es que siempre tuvieron vedadas las alfombras del mando donde se engordan las enciclopedias.
No les cupo elección, al antojo de infundios y maledicencias fueron presa de delaciones amañadas y reos inconfesos de atropellos sumarísimos en expiación de culpas ajenas con las que saciar los apetitos populacheros más sanguinarios. Y así, al albur de interesados prejuicios y ultrajes caprichosos, se urdió una casta resentida, oriunda del repudio, cuya principal apetencia era que los dejaran vivir a su bola y pasar desapercibidos.
El Cantón, vulnerable y ambulante, vadeó los siglos sin desvelar si era una transmutación inacabada o un limbo terrenal flotando entre dos mundos. Es probable que de ahí provenga su carácter dual que, con morbosa querencia por la soga de pita y la viga maestra, se duele de una mala suerte inconcreta mientras se come el mundo con adobo picante y muestra su devoción por las habaneras.
Sin trazas de que un fulgor tardío lo haga revivir, el paraíso se esfumó del lienzo en que estaba pintado. Y lo sensato, más que alimentar imposibles, era volcarse en la tierra, al cabo, como bien inmueble, su única hijuela aprovechable, mucho más que el legado de su memoria, que es un incordio eterno que padecen las estrellas. Un legado travestido de trueno demoledor que vaga por las galaxias atormentando a los cometas, sin que los astrofísicos acierten a encontrar un encaje cósmico a la secuela de aquella gamberrada terminal.
Se sospecha que los estertores fueron caóticos y provocaron un final embarullado, como lo confirma el holograma de un anacrónico pez celestial que burlando la hecatombe se coló en unos tiempos que le son ajenos. En ese grafismo turbador de significado inédito, tal vez se guarden las claves redentoras de la tierra cautiva sojuzgada por capataces. Enigma solo revelado, en confidencias intencionadamente postreras, a los escasos lugareños a quienes se les apareció, porque es sabido que los verdaderos secretos son incompatibles con la vida y nadie los sabe guardar mejor que los muertos.
Cuentan los cuentos que los reinos felices no tienen historia; todos la tienen, desde los más desdichados a los que irrumpen en ella desde la frontera de sueños. Esta es la crónica del país encantado, contada en las huellas de los elegidos que visionaron la ancestral refulgencia. Ocurre tras la remota llegada y el gran trueno, sin que el tiempo relatado tenga demasiada importancia. Antes, la ensoñación vedada que aún perdura, la que viene de las mareas, las mismas que un día regresarán.
Wikipedia -
  1. Coelacanthimorpha - Wikipedia, la enciclopedia libre

    es.wikipedia.org/wiki/Coelacanthimorpha

    Los celacantimorfos (Coelacanthimorpha) o celacantos son peces de aletas lobuladas (Sarcopterigios) que se creían extintos (se trata también, por tanto, de un  ...
    Relicto - ‎Dipnoi - ‎Latimeria chalumnae - ‎Teleostei
    Visitaste esta página el 17/10/13.

  2. Celacanto -- National Geographic

    www.nationalgeographic.es/animales/peces/celacanto

    El primitivo celacanto se creía extinguido desde la época de los dinosaurios, hace 65 millones de años. Pero su descubrimiento en 1938 por un...
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VRedondoF
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